Argos construye en Cajicá una moderna fábrica de muros, pisos y escaleras modulares que implicará profundos cambios en el negocio de la edificación de vivienda. Y, sobre todo, en la forma de construirla.
La construcción modular de vivienda no requiere columnas adicionales de concreto, solo los cimientos bajo tierra propios de este tipo de obras. El ensamblaje de las piezas es ejecutado por personal entrenado de la cementera paisa.
Colombia se encuentra a pocos meses de una nueva era en la construcción de vivienda. El palustre, la plomada o nivel, la formaleta y la batea o trompo para mezclar agua, cemento y arena no desaparecerán, pero perderán protagonismo ante la irrupción en el país de la construcción modular.
Tal y como sucede con el popular juego danés de Lego, en un futuro no muy lejano las viviendas previsiblemente no se construirán; se armarán o ensamblarán.
Las partes principales de una casa o apartamento, como muros, pisos y escaleras, ya no se fundirán ni edificarán en la obra, sino que se fabricarán en una línea de producción en condiciones controladas, tal y como sucede en la industria automotriz desde inicios del siglo XX.
Esta tecnología, presente desde hace años en Reino Unido, Japón, Estados Unidos y Corea del Sur, entre otros, llega ahora a Colombia de la mano de Cementos Argos, compañía que construye en Cajicá, Cundinamarca, una gran fábrica de partes modulares de vivienda.
Aunque algunas fábricas, bodegas, oficinas y una que otra casa han utilizado técnicas similares en el pasado, la apuesta de la cementera es convertir esta tendencia en un nuevo negocio que se extienda por todo el país.
En una primera fase de operación, la nueva planta elaborará las partes para 2.000 unidades de vivienda (apartamentos), pero ya hay planes para ampliar la producción a 4.000 o 6.000 unidades, según la demanda del producto.
La primera fase cuenta con una inversión prevista de 24.000 millones de pesos y ya está en marcha. Inicialmente, la nave industrial tendrá 5.000 metros cuadrados operativos, pero se espera que crezca hasta 19.000 metros cuadrados.
Para este proyecto Argos se asoció con la Universidad de los Andes y la firma Proyectos y Diseños a fin de estructurar los cimientos del nuevo negocio.
La compañía revisó y analizó experiencias similares en ocho países de Europa y Asia antes de definir su propio modelo. La electrónica de esta nueva planta es alemana, mientras que la metalmecánica se está ensamblando en China.
“En 2017 el sector constructor hizo un estudio y se determinó que hay un largo camino hacia la industrialización de la actividad. Vimos que el mundo estaba migrando a la construcción fuera del sitio del trabajo (off-site).
Es decir, en un ambiente controlado, fabricar los elementos de esa construcción y luego ensamblar en el sitio de obra”, explica Alexánder Pedraza, gerente de la zona centro de Cementos Argos y directivo que lidera Edifika, la filial del grupo para este tipo de innovaciones.
El ejecutivo explica que en países como Estados Unidos la penetración de la vivienda modular alcanza ya 35 por ciento, y en Reino Unido la legislación actual establece que toda la vivienda de interés social debe construirse con esta tecnología. Del mismo modo, en Singapur los edificios públicos se construyen con este método.
Según el directivo, la planta de fabricación modular funciona con el mismo concepto japonés en el que los módulos viajan en un circuito por estaciones.
En la primera se dibuja el plano, en otra se ponen los moldes, luego va el refuerzo y después los aparatos eléctricos e hidráulicos que van embebidos en el muro, pisos o techos. El concreto se funde, y unas máquinas especiales vibran la mezcla en un proceso llamado curado. Cada estación tiene una mesa de control o un panel automatizado.
Argos realizó durante seis meses pruebas piloto para verificar la calidad y resistencia de las partes. – Foto: cortesía argos
Las ventajas
Todo se resume en mayor productividad, calidad y eficiencia. Cerca de 95 por ciento de las viviendas en Colombia se construyen con muros fundidos en el sitio, lo que deriva en mayores riesgos profesionales para los trabajadores y también en una mayor tasa de errores en los procesos de construcción.
No en vano en la industria existe un cargo que se llama rematador, encargado de tapar los huecos o fallas en el empate de un muro o la placa de un techo.
Cuando la estructura de la casa o apartamento se asienta en el terreno, generalmente se presentan grietas, fisuras o ‘soplados’.
Para minimizar este tipo de fallas, en la planta de partes modulares los operadores podrán verificar la temperatura del fraguado (23 grados), la calidad de la mezcla del concreto y cemento, y los niveles de humedad del concreto, circunstancias que a cielo abierto son más difíciles de controlar.
Pedraza explica que las partes tienen tan buenos acabados que no se requerirá estucar las paredes o techos y solo será necesario pintar, algo clave para el propietario, teniendo en cuenta que la vivienda de interés social se entrega en obra gris.
Para el constructor también hay beneficios. La vivienda modular cambia el modelo financiero de la compra y podría generar mejores márgenes de rentabilidad.
En la actualidad, los constructores deben completar entre 30 y 50 por ciento de los compromisos de compra antes de comenzar un proyecto de vivienda. Luego, pedir un crédito que viabilice el flujo de recursos durante el tiempo que dura la obra.
Hoy en día, la construcción de un proyecto de vivienda puede tardar entre 12 y 18 meses; con la nueva tecnología se prevé que la etapa de construcción pase de seis a ocho meses, una situación que acelerará los proyectos, reducirá los costos indirectos y, por esta vía, mejorará la tasa interna de retorno.
Asimismo, se evitarían o reducirían situaciones como acopio de materiales en la vía pública, cerramientos de seguridad, ruido y venta ambulante para obreros y trabajadores, algo que suele incomodar a los vecinos de la obra. Otros no son tan optimistas.
“No creo que se reduzca el tiempo a la mitad, pero, si se reduce 30 por ciento, este tiempo será importante. Lo que sí creo es que habrá menos incertidumbre por parte del constructor y los clientes, y se va a poder empezar la obra más tarde, lo que reducirá los costos”, explicó el gerente de Construcción de Constructora Bolívar, Diego Ospina.
Los muros, pisos y techos modulares suelen tener una mejor acústica y aislamiento térmico debido a que se minimizan las burbujas o errores en el proceso de fraguado.
El directivo indicó que con la edificación modular las fases posteriores, como mampostería y acabados, podrán fluir mejor, pues se sabrá con precisión cuántos enchapes se requieren, y se podrán reducir los errores en los empates entre muros, pisos y techos.
Constructora Bolívar será la primera en contar con estas partes modulares de Argos para el proyecto Lunaria, ubicado en Chía, Cundinamarca. Allí se construirán 72 apartamentos y se prevé que el ensamble empezará en octubre próximo.
“Las pruebas para el apartamento piloto ya se hicieron, todo empató a la perfección”, anticipó Ospina. Argos anunció que está trabajando con Capital, AR Construcciones y Amarilo para revisar qué proyectos pueden utilizar este sistema.
El ruso se transforma
Más allá de los cambios en la forma de construir viviendas en el país, también se anticipan profundas transformaciones en el oficio del albañil, más conocido en las obras y calles nacionales como ruso. Tampoco hay que perder de vista que este sector es el responsable de 1,5 millones de empleos y una de las esperanzas para salir de la recesión económica.
Sin embargo, la mano de obra tiene que evolucionar y capacitarse. Argos calcula que en la actualidad se necesita de una cuadrilla de 14 obreros para construir un apartamento, mientras que en la ‘era de la vivienda modular’ solo se requerirían cuatro trabajadores especializados.
“Cuando la construcción de vivienda pasó de pegar ladrillos a un tema más industrial, los trabajadores tuvieron que capacitarse y evolucionar. Con la vivienda modular tiene que pasar algo similar, el obrero básico debe transformarse en una persona especializada”, dijo Pedraza, de Argos.
Una menor cantidad de trabajadores en funciones riesgosas podría favorecer también las cifras negativas del sector. Según el Ministerio del Trabajo, en promedio 7 por ciento de los trabajadores del país sufren algún accidente laboral, mientras que en el sector de la construcción la cifra sube a 10,5 por ciento.
El otro gran reto para consolidar una nueva tecnología como la modular está relacionado con el entrenamiento y la remuneración del personal.
El maestro de obra, quien ejerce el liderazgo y verifica la calidad de los trabajos, tendrá que actualizar su conocimiento en ensamblaje de muros y estructuras. “Nuestros maestros de obra ya cambiaron el palustre por la tablet”, cuenta Ospina, de Constructora Bolívar.
Los oficiales –especialistas en amarrar hierro, realizar acabados, plomería o pintura– también enfrentarán desafíos en el futuro próximo.
La construcción modular de vivienda no requiere columnas adicionales de concreto, solo los cimientos bajo tierra propios de este tipo de obras. El ensamblaje de las piezas es ejecutado por personal entrenado de la cementera paisa.
Según el documento ‘Proyecto de Investigación del sector de la construcción de edificaciones’, realizado en 2016 por Camacol y el Sena, 43 por ciento de los maestros de obra no terminaron la secundaria y 8 por ciento de los ayudantes no estaban alfabetizados, lo que dificulta el reentrenamiento.
Algunos constructores consideran que cargar bultos, mezclar materiales y otras actividades básicas deberían ser ejecutadas por maquinaria especializada. En ese frente los retos son enormes.
El tema salarial es otro desafío del sector. En la medida en que el personal de obra se pueda especializar es casi seguro que las remuneraciones mejorarán. Según el mismo estudio de Camacol y el Sena, en 2016 el 30,5 por ciento de los maestros de obra ganaban entre 800.000 pesos y 1,2 millones; 35,4 por ciento, entre 1,2 millones y 1,8 millones.
Para los ayudantes la situación es más compleja, pues 63 por ciento devengaba menos de 800.000 pesos (el salario mínimo en 2016 era de 689.455 pesos). La buena noticia es que en el corto plazo se necesitarán miles de obreros, maestros de obra y ayudantes debido al buen momento del sector.
El año pasado se batió récord en venta de vivienda con 194.000 unidades, por lo que se prevén crecimientos en los encadenamientos del ramo y en la generación de puestos de trabajo. Solo en el caso de Constructora Bolívar se estima el enganche de 7.000 nuevos trabajadores de aquí a mediados de 2022.
Además, la constructora considera que a medida que mejoren la calidad de la vivienda y los tiempos de ejecución será posible que el precio baje, un círculo virtuoso que estimulará el sector aún más. Y habría más trabajo.
En la modernización de las herramientas y técnicas de construcción de vivienda ya hay algunos avances. Javier Cadena es un oficial de obra con 14 años de experiencia.
Explica que el ‘bichiroque’ o herramienta en forma de gancho para amarrar hierro se está reemplazando por taladros inalámbricos. Además, el fraguado de concreto no se hace solo con un listón de madera, ahora se utiliza una gran hélice, que los obreros llaman helicóptero.
La plomada, que durante décadas formó parte del kit de herramientas del obrero de construcción, ahora es sustituida por un nivel de láser que permite que los muros se levanten sin inclinaciones.
Está claro que la vivienda modular llegó para cambiar los procesos, la cultura y las costumbres de la construcción de vivienda.
Algunos países fabrican en naves industriales las cocinas, baños o habitaciones completas para luego ensamblar, en pocas horas, toda una casa.
Las partes o piezas del viaducto del metro de Bogotá también se producirán en un sitio especializado y controlado. La tendencia se está convirtiendo, poco a poco, en regla general.
Empleo intensivo
La construcción de vivienda es una gran generadora de puestos de trabajo.
- 1,5 millones de empleos crea el sector de la construcción en Colombia. Será uno de los más dinámicos en la recuperación de la economía.
- 32,4 por ciento de los maestros de obra del país recibieron algún tipo de instrucción técnica en el Sena. El 31,9 por ciento de los oficiales también han acudido a algún curso de la entidad.